La obra de Morin de Villefranche constituye uno de los pilares de la astrología tradicional, y entre sus aportaciones fundamentales se encuentra la interpretación rigurosa de la función de cada planeta, en especial la de Marte. Según el autor, Marte no es solo el símbolo de la acción, el coraje o la energía combativa; es también un indicador que, en función de su posición, determinación y aspectos, anuncia momentos críticos, conflictos y situaciones de elevada tensión en la vida del nativo.
Una fuerza que pone a prueba y transforma
Morin comprende la influencia de Marte como un elemento que encarna la energía del enfrentamiento y la urgencia de actuar. En sus textos se evidencia que esta energía se manifiesta en situaciones límite, donde se ponen en juego tanto la integridad física como la estabilidad emocional. Por ejemplo, en uno de los episodios de la vida del autor, se menciona el 9 de julio de 1605, en el que Morin es herido gravemente mediante dos profundas puñaladas. En las direcciones asociadas a este suceso se destaca el factor marciano, expresado a través de un sistema direccional (por Spicasc 2, con una medida de 1º25’43″/año) en que Marte actúa en relación con casas críticas (como la sexta y la doceava). Este tipo de configuración es interpretada tradicionalmente como un indicador de riesgos inminentes, donde la agresión y los conflictos se materializan físicamente.
Otro ejemplo se presenta el 1 de enero de 1616. En este caso, Morin se enfrenta a un grave peligro al caer con su caballo en un torrente. La dirección que anuncia este evento involucra, entre otras, la acción de Marte, calificándose en el sistema tradicional mediante (Siriumc 2, 3º04’37″/año) en sesquicuadratura con el Sol. La interpretación clásica ve en este aspecto la manifestación de la energía marciana en estado conflictivo, donde la impulsividad de Marte, cuando se relaciona en tensión con el luminario solar, anuncia la posibilidad de accidentes y situaciones de peligro vital.
Aspectos, determinaciones y el estado celeste de Marte
En el marco teórico de Morin, la influencia de cada planeta varía notablemente en función de su “estado celeste” (determinación esencial) y su “estado terrestre” (determinación accidental o local). Marte, al ser un planeta con una naturaleza intrínsecamente asociada a la acción violenta y al conflicto, se interpreta de manera robusta cuando sus aspectos—como las cuadraturas, oposiciones y sesquicuadraturas—se configuran en relaciones críticas con otros planetas. Por ejemplo, cuando Marte forma aspectos adversos con Júpiter, como ocurre en el caso registrado el 7 de julio de 1615 (Spicasc 9, 0º21’26″/año, en sesquicuadratura con Júpiter), se interpreta la intensificación de conflictos o tensiones, que pueden desencadenar episodios de peligro o de enfrentamientos inesperados. La metodología de Morin remarca que estas determinaciones no se observan de manera aislada; es esencial evaluar junto a Marte la función de la casa en la que se ubica y la armonía (o su ausencia) de sus conexiones con dispositores y significadores del tema. Así, un Marte bien posicionado en una casa “desafiante” (como la sexta, que tradicionalmente señala las adversidades diarias y los conflictos de salud o trabajo) puede, en buen estado, energizar al nativo para superar desafíos, pero cuando se combina con aspectos adversos, la misma configuración predice situaciones de crisis.
Ejemplos integrados para una interpretación completa
La visión de Morin propone que la lectura de Marte debe integrar tanto su naturaleza interna como la dinámica de sus relaciones con el resto del mapa. Al enfrentar situaciones como el accidente del 1 de enero de 1616, el autor utiliza la técnica de direcciones para unir la posición de Marte con la intensidad del aspecto que mantiene con el Sol. Esta conjunción de datos permite predecir que, de tratarse de un tránsito o acción marciana en un contexto similar, el sujeto se enfrentará a pruebas de riesgo físico y desafíos inesperados. Asimismo, la referencia a los eventos del 9 de julio de 1605 ejemplifica cómo la acción marciana, expresada a través de técnicas tradicionales (más allá de interpretaciones simplificadas), se relaciona con episodios concretos—en este caso, la herida resultante de un enfrentamiento violento—donde la energía de Marte se manifiesta de forma devastadora pero también con un potencial de transformación y aprendizaje profundo.
Conclusión
La perspectiva de Morin de Villefranche sobre Marte va mucho más allá del arquetipo de guerra o agresión superficial. Se trata de una visión compleja en la que el planeta es visto como un agente que, en función de su posición, estado celeste y su interacción con otros elementos del tema natal, pone a prueba al sujeto mediante crisis y desafíos que, si bien pueden provocar dificultades, también sirven para impulsar un crecimiento interior y una transformación profunda.
Recuperar y estudiar esta mirada tradicional es fundamental para el astrólogo que aspire a comprender la totalidad del lenguaje simbólico celeste. Los textos clásicos, con su densidad y riqueza, no fueron escritos para principiantes, sino para aquellos que se comprometan en un viaje de estudio profundo y riguroso. La influencia de Marte, entendida en este marco, ofrece lecciones atemporales sobre la naturaleza de los conflictos, la importancia de la fortaleza interna y la capacidad de transformar las adversidades en oportunidades de evolución.